jueves, 17 de marzo de 2011

Sedimento.

Finalmente me desgasté, la erosión terminó por alcanzarme, corrí por la orilla y no alejándome de ella, craso error. Las olas chocaron una y otra vez, empezó a llover sin que me diera cuenta, dentro, muy dentro, tanto que el agua nunca llegó a rebosar por los lagrimales. Así que seguí corriendo por la orilla, luego vino el calor, embriagando todo, dando señales de que venían buenos tiempos. El viento que prosiguió al cambio se llevo todo resto de soledad que quedaba y dejó pelada la superficie, las olas continuaron palpitando y hoy soy sedimento, en el delta de mis decisiones.

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