jueves, 25 de octubre de 2012

Battlefield: October part II.

¿Qué pasa Octubre, te asustó que sobreviviésemos al año pasado? Cómo han cambiado las cosas en un año. Pocas veces podemos decir que las cosas hayan ido a mejor porque es muy relativo, en unos aspectos ganas, en otros pierdes. Pero desde luego podemos decirle a Octubre que esta es una de esas veces. De vivir en un campo de batalla a encontrar algo más que la calma. De esquivar balas y cargar sobre tus hombros una pesada armadura mientras caminas agachado para no convertir algún problema en otra guerra, a poder vivir erguido y más ligero, lejos de territorio hostil. Priorizando las pequeñas cosas que te dejan ser feliz sin tener que defender causas perdidas o naciones que no te representan. En un año he aprendido que la vida no siempre es un campo de batalla, que a veces dos o más pelean aunque uno no quiera, que se necesita poco para empezar una guerra, que los daños colaterales existen, que las guerras a veces no se empiezan para dañar a alguien y sobretodo que se vive mejor alejado del ruido de la metralla y de los que simplemente solo saben vivir con el calor de las guerras, aunque tengan que empezarlas ellos, aunque tengan que inventarlas.


lunes, 8 de octubre de 2012

El mito de la caverna 2.0

Si actualizara el mito de la caverna para hacerlo más cercano a nuestros tiempos, consistiría en que al conseguir sacar la cabeza de tu propio culo, con suerte sería tu propio culo, e intentar decirle al mundo que es lo correcto. La reacción sería que o no podrían escucharte o no te creerían ya que es más cómodo quedarse donde están y seguir tragando mierda pues es lo único que conocen.

El aire aquí fuera está menos viciado, aunque a veces siga oliendo a mierda, y rotar el cuello para ver las hermosas vistas vale la pena.

lunes, 1 de octubre de 2012

Hank y el mundo.

Todo el que haya estado orbitando por el espacio sabe que Dios no existe. Quiero decir, subes allá arriba, tocas las puertas del cielo y nadie responde. Fíjate, bien entrada la noche está todo a oscuras, ventanas cerradas. Diría que no hay nadie allí arriba desde hace años. En cambio, y no me malinterpretéis por supuesto hay cosas allá arriba. Quizás no un Dios, pero desde luego existe un niño pelirrojo llamado Mike que le encanta jugar con los destinos de la gente, que entrecruza nuestras vidas, que dibuja casualidades. Todo un pequeño bribón.

Obviamente yo no sé nada de esto, no lo he visto personalmente. Me lo ha dicho Hank. Hank es un anciano que vive en una calle principal cerca de mi casa. Hank nunca sale fuera, él se sienta frente a la ventana. No le gustan los exteriores. Se sienta allí y entabla conversación con cualquiera que se siente en el banco frente a su casa. Y un día tras otro, esa persona fui yo.

Hank y yo hicimos un trato casi desde el principio, yo no le preguntaba porque nunca salía y él no me preguntaba por quién esperaba cada día, y porqué cada día me plantaban en el mismo lugar. Así me contó como veía el mundo. Era curioso como alguien podía saber tanto del mundo sin salir a pasear por él. Pero claro, en el fondo sabía, que todo lo que me contaba era porque lo había aprendido antes de temer el exterior. Tengo tanto que contar de Hank, que no sé por donde empezar hoy pero prometo que si queréis os contaré como ve Hank el mundo.