sábado, 7 de diciembre de 2013

Con los dedos emborronados.

La primera vez que desenvolvimos mis sábanas juntos, cuando terminamos y te fuiste, recuerdo levantarme y dibujar de memoria todos los filos de tu cuerpo con los que me cortaste aquella tarde. Te había imaginado alguna vez antes y aquella tarde repasé en mi cabeza lo que horas antes había estado aprendiendo con las manos en la oscuridad. Me resulto sorprendente lo fácil que fue trazar todas las curvas de tu cuerpo, como tampoco fue difícil dibujar la mirada que dedicaste antes de levantarte.

Días después confesé haber realizado aquel acto de voyeurismo mental y te entregué la hoja de papel como un niño que ha sido pillado por su profesora dibujando en clase. A día de hoy no sé si te asusté o te maravillé, pero ahora que todo ha quedado en un recuerdo, y sin querer, como el que dibuja círculos en un papel mientras habla por teléfono, lo he vuelto a hacer.

Ha sido totalmente inconsciente, allí estaba yo con mi papel en blanco y con mi lápiz y de repente allí estabas tú otra vez, con tus luces y tus sombras, como siempre. Y allí estaba yo con mis blancos y mis grises, como nunca. Supongo que las viejas costumbres son difíciles de perder.

Y dicen que no debería ser yo el que esté triste, que al arte nunca le faltarán musas. Y dicen que después de haber estado con un artista, todos los amores de después serán aburridos trabajos de oficina. Y visto así, lo que me hace estar triste es pensar ¿Quién escribirá ahora sobre ti? Porque espero que alguien lo haga. ¿Quién dibujará tu sonrisa no tal cuál era sino tal cuál se sentía? Te irás con alguien, quizás con una increíble estabilidad mental y no con mis taras o con un buen trabajo, pero que no se desvelará escribiendo sobre vuestras idas y venidas, que no cogerá el lápiz cuando cierres la puerta para que no se borre la última imagen que tuvo de ti.

Y es el pensar que hasta aquí puedan llegar las historias sobre ti lo que ponen triste a este artista con una vacante de musa para los fines de semana y de lunes a jueves de 12 de la noche a 4 de la mañana.





jueves, 5 de diciembre de 2013

National Geographic.

Ahora que no puedo llenarme el vaso de ti, lo llenaré con otras cosas.Y cuando bajen por mi garganta hasta mi estómago vacío, seguirán sin llenar el hueco que dejaste. Y cuando estén allí y se sientan cómodas, porque no hay nada que atraiga más a una persona que el poder llenar los espacios de otra, entonces atacarán las mariposas. Esas mariposas* que siento cuando nos cruzamos y que se alimentan de la piel que no sea tu piel. Devorarán a aquellas que entren bajo su propio riesgo y acabarán consumidas para dejar de nuevo un espacio vacío. Y seguiré llenando vasos pues es lo que mejor se me daba, y un día esas mariposas harán las paces conmigo o se ahogarán.














*Según los últimos estudios realizados, las mariposas carnívoras no afectan al hospedador definitivo, y no se conoce cuánto dura su ciclo de vida en un estómago medio pero se recomienda no alimentarlas ad libitum.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Hablar con la almohada

Miro al techo y me llevo las manos a la cabeza. Entonces siento una mano fría en la nuca y no es la tuya. Me sujeta fuerte siempre que trato de dormir. Es el miedo. Tengo miedo de despertarme mañana y que sea peor que hoy. Y entonces me sujetas las manos y las bajas de mi cabeza a tu cadera y el miedo desaparece durante ese instante. Y ahí es cuando te pido perdón, perdón porque mis labios están con tus labios y mi corazón con el tuyo pero mi cabeza está lejos de allí.

Me vuelvo a llevar las manos a la cabeza y la mano fría me sujeta fuerte del cuello. Y tú agarras mis manos y las llevas aún más altas, las pones contra el cabecero de la cama y vuelvo a olvidar el tacto del miedo. Entonces el beso termina y vuelvo a pedir disculpas, porque debería ser feliz y hay algo que no me deja que compartas tu felicidad conmigo. Las sabanas vuelan por encima de nosotros como un ataque aéreo y nosotros luchamos bajo sus sombras. Durante todo lo que dura esa guerra olvido todo, el miedo y los problemas, mi nombre y apellidos. Hay esperanza. Y cuando todo acaba, vuelvo a pedir perdón una vez más, porque mi cabeza estaba fuera buscando una solución que mis manos sujetaban todo el tiempo.





lunes, 23 de septiembre de 2013

En corto: Náufrago

Ahora mismo me siento como el que pasa de un barco que se está hundiendo a uno que se va a hundir, por supuesto es mejor que nada, pero no es más que una solución desesperada. ¿Qué pasará cuando no queden más barcos a los que saltar en el último momento?


domingo, 15 de septiembre de 2013

En corto 'Manual de supervivencia'

Aquí la pena es diferente, no llega a construirse. Siempre una inédita esperanza salta de su falda a mis hombros antes de que lo haga una lágrima. He aprendido con ella que los días son hermosos tanto al sol como a la sombra. Con una sonrisa como la suya vale la pena ir sobreviviendo.



miércoles, 3 de abril de 2013

La puta isla.

Creo que toda persona que escribe, al final lo acaba haciendo del lugar donde vive, del lugar donde crece, del lugar que le alimenta las ganas y que le jode las ilusiones a veces, por qué no decirlo.

Siempre que el día es muy cálido, la casa está fría. Como el fondo del mar y sus incorruptibles 4ºc, como la soledad cuando enfría el corazón. Como mi cama cuando no la tengo a ella. Como los oídos cuando te retiran la palabra. No corre la típica brisa sino viento, susurra por las calles, juega con las palmeras, y no con los árboles. Trae palabras, se lleva suspiros. Llega a la ventana el maldito olor a mar. Aún viviendo en ciudad alta. Está ahí en mi nariz. Meciendo la nostalgia como mece a los peces. Ay el mar, que me apena y me enreda en sueños como enreda de algas los pies de los que se atreven a empaparse.



viernes, 8 de marzo de 2013

Algo es seguro

- Oye, si un árbol cae en un bosque y no hay nadie cerca para escucharlo, ¿hace ruido el árbol?
- Por supuesto.
- Pero, ¿cómo lo sabes? No hay nadie cerca, ¿cómo lo demuestras?
- No necesito demostrarlo, cuando un árbol cae al suelo hace ruido, haya alguien para percibirlo o no.
- Pero cuando no hay nadie cerca para verlo, quizás decida que no tiene que hacer ruido, no hay público ante el que hacer un sonoro crack. Mira a las personas, cuando nadie las ve no se comportan tal y como son cuando hay gente delante.
- Y por eso me gusta la naturaleza y los jodidos árboles, y los animales, porque siguen las leyes de la física, tienen códigos, normas y las siguen a raja tabla. El universo es, lo mires o no, es más le importa un carajo que lo observes. Las personas no, somos antinatura.


martes, 5 de febrero de 2013

Cuevas pintadas

Había llovido tantas veces antes, que ya parecía que estaba bien que se quedara todo empapado. Estar encharcado por dentro es algo difícil de explicar. Yo no lo veía del todo claro. A la gente no parecía importarle, por tanto parecía no importarme tampoco a mí. En el fondo no era un mal sitio donde ir cuando estás a solas contigo mismo. A pesar de las goteras y algo de oscuridad, claro. Uno no sabe como de rápido pueden crecer las humedades. Y eso fue lo que pasó.

Aunque a la gente no le importaba entrar, y pasar algo de frío, a mi sí. Aunque la oscuridad no es algo que asuste a todo el mundo, es más algunos la encuentran confortable, a mi comenzaba a parecerme demasiado monótona. Escapé de aquel lugar. Dejé todo allí dentro. Dejé que todo se congelara. Que las humedades crecieran y crecieran. Y que lo que fuera que viviera allí dentro creciera. Me tomé unas vacaciones de mí mismo. Exploré las posibilidades que habían fuera. Como quien acompañado de un agente inmobiliario va mirando casas donde vivir. Fuí explorándoos uno a uno. Muchos estabais tan oscuros como yo. Algunos eráis una pocilga. Otros, es una pena, estabais vacíos. Y no os importaba vivir solo para los demás. Sin tener si quiera un colchón en el suelo cuando os encontrabais a solas. Porque en realidad temíais más que yo quedaros a solas con vosotros mismos. Aún así, entre tanto desastre, también estaban vuestros rincones llenos de música, de arte, de trastos, de recuerdos, de luces y de color. Eráis tan completos que no cabía allí dentro. No sabía tampoco si quería encajar en todo aquello. ¿Era la vida tan repleta algo para mí?

Algunos fuisteis solo lugares de paso. Y lo sabíais, vuestro interior era una estación, un puerto, un aeropuerto. Por allí pasaban personas de todo tipo, para poco tiempo después, partir. Una estación no es lugar para nadie y a la vez lo es para todos. Me sorprendió entre tanta andanza encontrar una hoguera en el camino. Una que a pesar de su modesto tamaño y brillo, era lo suficientemente brillante como para atraer a insectos como yo. Y era lo suficientemente cálida para no llegar a pasar frío nunca. Al lado de la hoguera estaba ella, la dueña de la hoguera. Tarareaba una canción mientras se calentaba las manos. Era solo ella y la hoguera. No había nadie más allí. Ni gente de paso. Ni demasiado cachivache. Habían algunos trastos viejos. ¿Quién no guarda un poco de lastre? Me dije a mí mismo.

Le pregunté que si podía sentarme junto a la hoguera sin hacer mucho ruido. Y ella aceptó con una sonrisa. Cuando reuní el valor suficiente, le pregunté si podía quedarme allí. Le expliqué porqué no podía volver a mí mismo y se negó en rotundo. Pero lo que vino a continuación fue lo que necesitaba y aún así no esperaba habérmelo imaginado nunca.

Caminé con ella hasta aquella vieja cueva que era yo. Llevaba una antorcha con algo del fuego de su hoguera en una mano, y con la otra sujetaba la mía . Cogió mis trastos viejos y los apiló en el centro. Los incendió en un abrir y cerrar de ojos, no pude reclamar nada antes de que la llamarada iluminara toda la cueva. Ningún rincón quedó a oscuras. Cuando la hoguera fue lo suficientemente grande, nos acostamos junto a ella. Se disculpó por negarse a que me quedara dentro. Pero entendí que yo necesitaba un lugar solo para mí, al igual que todos ¿Cómo negarme a algo así? Ahora tenía dos sitios donde refugiarme si comenzase a llover.



lunes, 7 de enero de 2013

Driver.

Una vez soñé que despertaba dentro de un coche a toda velocidad. Conducía alguien que no pude ver del todo, y me daba la impresión que no lo hacía demasiado bien, iba sin control, aumentando la velocidad a la vez que daba bandazos. Me sentí aterrorizado al descubrir que aquél vehículo no era otra cosa que mi vida a lo largo de un mal asfaltado camino mientras todos lo perseguían por algo. Desperté de inmediato atemorizado e impotente, el sudor frío me recorría la espalda. Agarré las sábanas como si fueran un volante, las sujete en alto frente a mí, y prometí que no dejaría que nadie dirigiese mi vida, para bien o para mal.



miércoles, 2 de enero de 2013

En el camino.

Resulta que iba a hacer una tarta al Whisky y solo tenía como ingredientes el Whisky, así que si la vida te da limones... El hecho es que aquí estoy, escribiendo después de haber terminado con todo el Whisky, escribiendo por escribir, porque tampoco es que tenga mucho que decir, supongo que lo hago para cobijarme en algún sitio caliente. Por echarle mano a algo, aunque de teclas se trate.

Siempre he dicho que soy un bebedor social. Que el alcohol es bebida para estar acompañado, qué triste beber solo, qué bien visto el beber en reuniones. Pero, ¿Cuándo está uno realmente solo? Bebo ahora con mis miedos, con mis frustraciones, bebo con mis penas no para ahogarlas no. Beber te da a veces un valor inaudito para hablar y quizás necesitaba decirme algunas cosas.

Cuando se acaba una botella empieza el camino del borracho.