jueves, 28 de julio de 2011

El humo de un recuerdo.

Mientras él salía de casa, ella se coló dentro de su cabeza, se puso cómoda, puso algo de música mientras encendía un pitillo, y él sintió un escalofrío en la columna, tarareaba las estrofas de aquella canción, mientras ella en su cabeza fumaba. Fumaba, escuchaba música y tal vez bebía, eso explicaría que él se sintiera tan ebrio, tan efusivo sin razón alguna. Cuando ella terminó de escuchar música y de relajarse, simplemente se marchó, y él no volvió a sentir nada parecido.

Fenómenos.

Podemos definir fenómeno como algo extraordinario, es decir que se sale de lo normal, que posee una configuración externa/interna o habilidades fuera de lo que consideramos normal. Cuando hablamos de fenómenos en el caso que quiero que entendáis, me refiero a los Freaks de circo, los mal llamados monstruos, deformes, extraños. Pero no es de deformidades de lo que quiero hablaros, o al menos, no físicas. Podría dedicar esta entrada a imágenes o casos de gente con dos cabezas, sin cara o de cuatro brazos. Sin embargo os voy a desvelar casos de fenómenos que no se ven a primera vista, ni siquiera con repetidos estudios. Estos son freaks sentimentales, existen y están en todas partes.

Mi teoría es que con cada movimiento, con cada gran decisión, con cada fracaso, con cada lazo, con cada ruptura, nuestro genoma sentimental se recombina. Y es en estas recombinaciones donde pueden darse las anomalías de las que hablo. Anomalías que no te expulsan de la sociedad, ni te hacen parecer un bicho raro a ojos de la gente superficial, ya que por fuera eres totalmente normal, pero que por dentro presentan mutaciones de tal magnitud que a veces incapacitan como ser humano.

Por ejemplo llevar dentro a un hombre elefante. Un anormal crecimiento de los pensamientos que te devoran por dentro, sentimientos que se acumulan, los contradictorios sobre los conscientes inhabilitandote. Siendo totalmente normal, te ves obligado a querer llevar una vida solitaria, porque los acúmulos de pensamiento no dejan que entiendan lo que quieres expresar, y los sentimientos contradictorios son capaces de alejar a los demás.

Un caso muy conocido es también el síndrome de Moebius interno, que causa una falta de desarrollo de la expresión de los sentimientos a causa de numerosos fracasos de todo tipo, lo que produce un abatimiento y una mutación en el genoma. A esta gente se le conoce como las personas que nunca sonríen, pues su deformidad no se lo permite.

Un fuego muy alto es capaz de abrasar la piel de una persona y dejarla con secuelas de por vida, pero, ¿Un sentimiento muy intenso sería capaz de abrasar por completo el interior de alguien? Estudios han comprobado que si. Hay casos donde una pasión extrema y posterior batacazo, producen en el interior de la persona un fuego tan grande que impide realizar posteriormente movimientos sensibles como los de una persona psicológica y sentimentalmente normal. Causa estragos a grandes niveles, minan la confianza y la visión que tiene el sujeto de uno mismo, y dificulta las posteriores conexiones sociales.

Los llamados siameses sentimentales, dos personas un mismo cuerpo, dos mentes un mismo interior, incapaces de saber lo que quieren. Perfectos por fuera, indudablemente perdidos por dentro. Una continua batalla con uno mismo desde el momento de nacer, donde una y otra parte buscan cosas totalmente distintas.

Y por último el extraño caso de la mano ajena, donde el sujeto no controla conscientemente esta parte de su cuerpo. Aunque los casos de la mano ajena han sido físicamente pocos, unos 38 desde el siglo XX, con seguridad en el ámbito sentimental, se produce al menos 100 casos cada mes sobre otros miembros del cuerpo.

Antes de cerrar esta entrada de hoy, advertir a cualquier sujeto, que acepto nuevos casos, y sujetos de prueba para seguir mi investigación y por tanto ofreceros mejor información, ya que muy pocas veces un fenómeno sentimental, sabe que lo es y por tanto dificulta su diagnóstico.




martes, 19 de julio de 2011

Todas las cartas.

-Ahora que todo cambia, que todo está tan enrarecido, no me siento tan extraño, os veo fallar a todos, os veo caer, los que me juzgaban están siendo juzgados, los que me ignoraban han sido ignorados, los que cosechaban apariencias están obteniendo toda su cosecha, es decir nada, ilusiones. Como todos, tuvimos nuestro momento, el de ellos ya fue, el mío es ahora.

-No sé por qué deberías sentirte raro antes y bien ahora, no es más que el devenir, el transcurso del tiempo, el que todo lo ponga en su lugar.

-Exacto, me siento menos raro porque realmente existe ese devenir, porque creer en algo no es estúpido y creer en el tiempo es una apuesta segura. Todo tiene su sitio, su importancia en una línea temporal.

-Sigo sin entender por qué deberías sentirte así, por qué esperar tu lugar, esperar que el tiempo ponga cada pieza en vez de propiciar el movimiento.

-Tú lo tienes fácil, eres ligero con las palabras, siempre escribiendo, siempre sabiendo describir qué eres, qué piensas y no te da miedo enseñárselo a los demás, dar a conocer que no eres solo uno más, en vez de ser analizado por esos pensamientos te encumbran más allá de las personas, tus palabras han creado un lugar para ti por encima de esas mentes.

-¿Crees que dar vueltas y vueltas alrededor de mis pensamientos y describir el camino es saber expresarme? Yo diría que es localizar y exaltar la frustración de no conocer cuál es el siguiente movimiento. Dime, ¿alguna vez has escrito una carta?

-Claro.

-¿Y cuántas de esas cartas has enviado?

-Absolutamente ninguna.

-Pues básicamente eres tan raro como todos, como yo, solo que yo, publico cada carta y el destinatario todas las veces soy yo.

jueves, 7 de julio de 2011

The Walking Chaos.

Hace meses que Vinnie dejó el mundo mortal, que se desvaneció en una última entrada para alejarse de todas las miradas, hoy ha notado el tedio y se arrepiente de no haber seguido viviendo. Estando a 2 metros bajo tierra todo es aburrido, debía haberse llevado un portátil para mantenerse conectado y pasar los días y las noches en su caja de pino, conectado, informado y descargando música fúnebre. Pero no fue de esa forma y esta tarde ha decidido cambiar las cosas, nunca es tarde para cambiarlas, va a volver al mundo exterior, a sus peligros, contradicciones, errores y faltas, nunca se está suficientemente muerto si aún te queda vida.

Quizás todo es más complicado de lo que parece y el mundo no está preparado para un joven en temprana descomposición. Tan solo salir de la cripta le ha valido unos golpes con una pala del enterrador que estaba acabando su jornada, y ha tenido que salir del cementerio sin pena ni gloria. En la calle no ha ido mejor y se ha pasado un par de manzanas corriendo de la policía, al parecer los zombies no tienen derecho alguno, y pueden ser disparados sin previo aviso y estando desarmados. Cuando ha llegado a casa es cuando se ha mascado la tragedia. Mamá no lo reconocía, se sentía amenazada, para ella era tan solo un trozo de carne putrefacta dispuesta a comerse sus vísceras, así que la visita ha durado más bien poco.

Decepcionado decidió que lo mejor sería volver al cementerio y a su cajita de pino hasta que el mundo estuviese preparado para la convivencia muerto-vivo, pero algo en el camino cambió su parecer.
Daltónica estaba poniéndole flores a muchos de sus sueños de la infancia ya perecidos, y cuando lo vio, no corrió, ni se escondió, Daltónica se quedó mirándole a la cara.

- ¿Vas a quedarte ahí parado mucho rato? -dijo Daltónica - me gustaría continuar con lo que estaba haciendo.
- Eh, perdona, es solo que me he quedado traspuesto, ha sido un día de perros, todos corriendo, ha habido disparos, y mi madre ha intentado clavarme una cuchara.
- No me cuentas nada nuevo, para algunos también ha sido un día de mierda, no creas que soy de visitar cementerios.
- ¿ De verdad no vas a correr?
- ¿Correr? no soy de echar carreras, si es lo que te apetece.
- ¿No me notas diferente?
- No te había visto nunca, así que no sé como eres normalmente.
- Pues menos podrido... Me refería a diferente a los demás.
- Según los médicos que han diagnosticado mi daltonismo, te veo igual que todos, con un color que no te corresponde.
- Eso es perfecto, por eso no has echado a correr, me has dado la oportunidad que nadie me había dado hoy.
- Y deberías agradecerla, porque me has pillado en un mal día... Así que, ¿como se supone que debería verte?
- Pues de un color verde amarillento y un estado de descomposición preocupante para un chico de 20 años, atlético y en forma.
- Pues puedes estar tranquilo, me diagnosticaron este raro daltonismo a los 4 años, no noto tu olor a garbanzos rancios, ni te veo amarillo purulento, como temes, diría que tienes un bonito tono color carne, que incluso es un rosa tono cerdo.
- Entonces quizás no tenga que volver ya a mi ataúd, podríamos hablar, aprovechar el tiempo que he gastado en subir del subsuelo, quizás contarme porque pones flores a tus sueños antiguos.
- Quizás, pero no aquí, delante de todo el mundo.
- Claro, raro es que te vean hablando con un muerto viviente.
- Para nada, cosas peores se han visto, pero soy muy cerrada contando mis cosas.