domingo, 26 de junio de 2011

Dos bandos.

Siempre hay dos clases de personas:

Los que luchan y los que huyen.
Los que flotan y los que vuelan.
Los que clasifican y los que son clasificados.
Los que dañan y los damnificados.
Los que fueron y los que son.
Los que dijeron y los que dirán.
Los que viven y los que mueren.
Los que se marcharon y los que están.
Los separatistas y los separados.
Los felices y los amargados.
Los que entierran y los enterrados.
Los que vivieron y los que viven.

Es tan fácil elegir un bando, que siempre están los que han elegido y los que quedamos por elegir.

martes, 21 de junio de 2011

Huir es imposible con raíces.

Yo he caído rígido al pavimento sin poder levantarme y he tenido que quebrar mis rodillas para recuperarme.

Han querido atar mis ganas de seguir al suelo y he tenido que sacar mis espinas para alzarme.

He navegado por mares de silencio remando con las últimas palabras que guardé en tierra de nadie.

He tenido que pasear por folios en blanco reuniendo mis torcidos renglones.

Vencí mi adicción a las penas, pidiendo sonrisas en las esquinas.

No necesité a nadie, y vosotros me lo habéis arrebatado todo, de vivir entre el viento y el calor de los rumores, a necesitaros.

lunes, 20 de junio de 2011

Keep Calm and don´t drunk.

Me encontraba borracho, destrozado, con un dolor de cabeza inmenso y unas oscuras ganas de seguir ahogando las penas, caminando por un callejón, tan estrecho como las arterias de un tipo obeso. Mientras zigzageaba, las paredes se empezaron a impregnar de un olor familiar, cierto tufillo a azufre y humo. El olor me hizo perder el equilibrio y apoyarme sobre mi costado para potar.
De la nada ante mí, el olor y el humo se hicieron carne, y apareció un tipo de rojo. Desde mi privilegiado asiento en aquél charco, podía ver sus pezuñas, seguidas de unas patas de cabra peludas color negruzco, y no era todo, aquella visión mejoraría al elevar por completo la mirada y observar que el tipo mitad animal, mitad hombre rojo, llevaba capa, cuernos y un tridente como adorno.

Acercó su mano hacía mí, y me ayudó a levantarme. Cuando estuve de pie y frente a frente con aquella aparición, mi primer pensamiento fue que tenía que dejar de mezclar antinflamatorios y whisky, y el segundo fue disimular las arcadas delante del príncipe de las tinieblas, como él se había presentando.

Me dijo todo sobre mí, me juró que podía cambiarlo todo, que podía empezar de nuevo como un hombre poderoso, longevo, sano, o podía recuperar todo aquello que tenía. Solo tenía que sacrificar algo que no necesitaba, mi alma, algo para lo que no le encontraba uso, una vida entera de lujos, por una eternidad de servicios, y hay quién dice que es mejor ser un rey en el infierno que un esclavo en el cielo. Lo miré directamente a los ojos, bueno, en realidad no, me tambaleaba tanto que lo miré a los cuernos, y luego a las patas, y finalmente me quedé observando su rabo, y le hablé directamente, al rabo, no a los ojos, aunque hubiese querido que fuese a los ojos, no podía dejar de mirárselo, y le dije, "Vienes aquí, con tu superioridad, tu inmunidad diplomática, alardeando de poder y efectos especiales, solucionando los problemas de la gente, cosa que permítame decirle, dudo, porque si de esto te ganas la vida, olvidarías ese look de campanadas a lo Ramón García, irías de un color más discreto que el rojo, que parece que estamos en Carnavales, y te afeitarías las piernacabras esas que tienes". Y aquí estoy escribiendo, resacado y desde el infierno, en los únicos 40 minutos que tengo entre sodomía y sodomía.

Cinco y acción...

Cuando naces queriendo ser una estrella, aprendes a vivir entre escenarios de cartón, vives aprendiéndote bien tu papel, disfrazas tus intenciones, finges cada sonrisa y cada mirada, cada gesto, cada movimiento parece fluir, pero son forzados. Sales improvisado de casa, las conversaciones, una oportunidad de demostrar lo bien que se te da el drama, o la comedia. Y un día se te olvida el texto, te saltas una línea, se te traba la lengua, te confundes entre tus personajes, y se acaba tu carrera, se borran tus palmas del paseo de la fama, dejas un hueco en un lugar donde todos querrán rellenarlo.


martes, 14 de junio de 2011

Hater wanna hate.

Odiar es normal, odiar con la bilis, que hierva la sangre, es tan normal el odio, como la capacidad de sentir, pero que el odio se acomode en el corazón, mata por dentro.