miércoles, 28 de julio de 2010

Todo lo que hablé con mis monstruos infantiles.

¿Saben que siendo pequeño me gustaba hablar a través de un Walkie Talkie?.Muchos niños tenían Walkie talkies pero no como el mío,el mío era diferente,si el "mío",en singular,porque jamás supe quien tenía la pareja de aquél aparato.
Cuando lo encontré en un parque,estaba en magníficas condiciones excepto por el hecho de que nunca recibía una respuesta.Lo encontré en una época en la que era fácil recordar los ojos de mi abuelo,y en la que era difícil preguntar porque la gente desaparece y el intimar detalles que la curiosidad de la edad pide.Por ello aquel walkie talkie era una puerta a mis respuestas,o al menos a mis preguntas.

Me sentaba en la cama a oscuras defendido por aquel chisme y le preguntaba todas mis dudas esperando que respondiese mi abuelo o con suerte otro sabio o incluso Dios.Porque por aquel entonces siendo niño uno cree en Dios,y quién sabe como nunca hallé respuesta quizás si era Dios.Así de vez en cuando en la oscuridad rompía la cuarta pared y soltaba mi monólogo de la realidad que percibía a un público que no existía,o quizás a un niño que como yo,intentaba hablar con alguien muy lejano.

Si hubo niño o no,algunos hemos aprendido que creces y descubres con esas preguntas a ti mismo que conquistamos el cielo y tocamos a la puerta de Dios y,adivinad qué....No estaba en casa,que de tanto hablar contigo mismo por mucho que registremos el universo no lo encontraremos en su casa de verano.Que las preguntas que no haga se las llevará el sonido intermitente de un Walkie,y que no puedo volver a hablar con ellos,solo recordarlos,recordar sus miradas por difícil que el tiempo lo haga.Que nos iremos con el charlar de los cuervos.



2 comentarios:

pintamonadas dijo...

Yo hablaba con unos muñecos de plástico: peterpan, superman, uno de asterix y un pepitogrillo (mis destacados)

y tenia una tropa con un mundo imaginario, historias entrelazadas, cada uno su nombre, su historia, su voz.

Las historias se van, las preguntas cesan, y la curiosidad..tristemente se corrompe. Cuando uno llega a una edad su curiosidad se transforma, lo que antes era inocencia ahora es realidad a quemarropa.

(:

Andrea dijo...

Cuando se es un niño todo parece rodeado por una curiosa aura de magia y fantasía. Luego, con el tiempo, desaparece... y nos convertimos en "adultos". Tropezando con la aburrida realidad. Por eso es bueno guardar un poco de esa aura, porque si no... el mundo sería taaaan serio y tedioso.

Por cierto, te sigo y dejo aquí mi blog por si te surje entrar:
http://granmalditaironia.blogspot.com/