lunes, 11 de junio de 2012

El arte de odiar.

[...] Y en realidad, no odio a personas concretas, no lo canalizo hacia ellos porque sería gastar mucha energía en algo que no lo merece. A ellos les tengo preparado algo mucho menos agotador y mucho más satisfactorio, indiferencia. De resto me gusta pensar que simplemente odio a todo el mundo, porque eso no cansa y porque es una forma fácil de existir en este pequeño mundo detestable. Y por el contrario quiero a unos pocos, gasto mi energía en quererlos, pues me demuestran que no son como el resto de detestables cosas. Me enfoco en disfrutar con ellos de las pequeñas sorpresas que te da este trozo habitable de frío universo.

Lo sencillo de odiarlo todo es que por el camino habrán muchas cosas que te demuestren que te equivocas, que no puedes odiarlo todo, y eso te hará feliz, saber que aunque crees tener calada la realidad en la que vives, siempre hay hueco para lo inesperado y lo espontaneamente bueno. En contraposición, lo duro de amarlo todo es que constantemente el mundo te demostrará que tiene algo de frío y deleznable, y te llevará inequivocablemente a cuestionarlo. [...]

2 comentarios:

daltonicadelespacio dijo...

Algo así como un "No esperes nada de nadie, así viviras tranquilo sin desilusiones."

a todas mis putas muertas dijo...

porque odiar es un sentimiento muy fuerte que surge de una decepción.
Si odias es porque en el fondo esperas mas de la vida o de las personas de lo que te ofrecen.
Y en eso consiste amar lo inesperado.