martes, 26 de junio de 2012

Llegado el final...

Eran casi las doce y necesitaba ir a comprar unas cosas, acababa de llegar de estar por ahí y en ningún momento se me ocurrió que tenía que pasar por un supermercado hasta que llegué a casa. Creí que me daría un salto al 24 horas más cercano y volvería sin tardar demasiado para hacerme la cena y acostarme, al día siguiente me esperaba otro día movidito. Pero me equivoqué. Y quizás lo supe en el mismo momento que subí al ascensor que me llevaba a la planta del 24 horas. Al ser entre semana y a aquella hora, no había un alma en la calle. Excepto aquel señor que cuando subí al ascensor no bajó. Me extrañó que diera un viaje extra solo para acompañarme, pero lo hizo. Iba con las cosas en la mano así que se ofreció a pulsar el botón. "¿Bajas?" me dijo. Bastardo hijo de puta. Tanto que bajé, hasta el mismísimo infierno. Se quedó junto a mí, tanto que podía oler su colonia y escucharlo respirar a pesar de llevar los cascos puestos.


 Un tímido "Gracias" salió de mi boca antes de que él acercara su navaja a mi costado. Parecía que le agradecía aquel gesto, como si matarme fuera un favor, ¿entiendes? Quizás lo era. No me consideraba amante de la vida. De esos que abrazan con fulgor todo lo que hacen, pero desde luego no me imaginaba morir así. ¿Qué canción era la que llevaba puesta? No la conocía, mierda, tenía puesto el aleatorio. No podía morir con alguno de mis temas favoritos, no qué va, o incluso música clásica, un 'Requiem' por mí exigía en aquel instante. Es más cómo puede morir alguien en un sitio como este. Un lugar pequeño, frío y a media luz. No hablemos como huele un ascensor público además. Aquello era un ataúd de metal, un ataúd gigante que sube y baja. La vida es jodidamente irónica a veces.


Pero lo peor no era como estaba viendo mi patético final. Sino que no podía dejar de pensar cuán patético era. Y eso era horrible. ¿No es en momentos como este donde descubres el significado de la vida? ¿Y cómo lo haces si también descubres que te da miedo morir? No veía ver pasar la vida por delante de mis ojos, solo veía a aquel tipo llevarse todo lo que tenía. Así que cerré los ojos para no tener que ver no solo como me moría, sino también como me robaban.


Y así con los ojos cerrados, me dije "Haz que esto merezca un poco la pena, dura un poco más, ten un maldito último pensamiento que no sea patético". Empecé a pensar frases de películas, porque otra cosa no, pero imaginación no tenía y películas había visto un rato. Que si "todas las personas de este mundo mueren solas". Maldito Donnie Darko que triste me parecía morir pensando eso. También pensé "Si puedo hacer cicatrices, ¿tengo el poder de sanarlas?" Esa venía que ni al pelo, pero literalmente, me hubiese gustado curar aquella herida que me estaba desinflando de vida, tener algunas nociones de primeros auxilios, pero nada. Y por último llegó mi más firme pensamiento "si alguien viaja al pasado se vuelve parte del pasado, por esto no puede cambiar ni el pasado ni el futuro". ¿Qué coño? ¿Para qué coño me servía eso? Supe que estaba jodido en ese mismo momento. Sin vuelta atrás.Aquellos pensamientos no tenían sentido, no me quedaba lucidez, la sangre escapaba igual que mi cordura. Eso o era un completo imbécil que estaba palmando. Y no quería que mi revelación final fuera descubrir que era un gilipollas total. Entonces vi la luz, literalmente, las puertas del ascensor se quedaron abiertas y entraba la luz de los coches en la calle. Pensé que arrastrarme hasta la acera podría salvarme la vida. Y lo hice. Me arrastré como el gusano que alguna vez había sido en mi vida. Luché como el capullo que siempre fuí queriendo ser mariposa. INCLUSO RECÉ, yo que era Ateo, recé para que alguien me encontrara a tiempo. Y también me cagué en Dios y en la madre de mi asesino unas cuantas veces. Y no sé qué me ayudó, si Rezarle a Dios o cagarme en él. Pero llegué a la acera y me encontraron. 


Llegué al Hospital y lo logré, resultaba que la herida no era tan grave. Que yo era un acojonado. Eso debería haberlo sabido. El caso es que el asunto me ha hecho pensar, que llegado el final quiero estar preparado. Quiero tener unas buenas palabras que escupirle a la muerte a la cara. Un "Volveré", un "Sayonara baby", quizás un "Mi nombre es Máximo Décimo Meridio, Comandante de los ejércitos del norte... general de las Legiones Fénix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza en esta vida o en la otra". Bueno, igual esa no, que es algo larga, y no me representa nada, pero ya váis entendiendo lo que quiero decir. Que llegado el final, quiero que se asuste él y no yo.

2 comentarios:

daltonicadelespacio dijo...

Esto es escribir pensamientos y lo demás son tonterías. Ole
y ya que hace mucho que no paso por aqui (insultante verdad?) pues voy a pasearme a ver que se cuece a parte de un sublime nuevo fondo

Erik Cohen dijo...

Bueno por poco que pases, y aunque hayan cambios, estás como casa Srta daltónica!